Mucha gente cree que una vez diagnosticado el cáncer ya no hay nada que hacer más allá de los tratamientos de quimioterapia, radioterapia y cirugía, pero no es así, siempre se puede hacer más. A través de la alimentación podemos avanzar mucho ya que se puede intentar influir en el microambiente tumoral y ponérselo lo más difícil posible al cáncer para que sobreviva y progrese. De hecho se ha demostrado que una alimentación con un 80% de vegetales y un 20% de proteína animal puede ayudarnos en la prevención y el tratamiento de dicha enfermedad.
Existen varios mecanismos que favorecen el crecimiento y desarrollo de los tumores:
- Sistema inmune deprimido
- Ambiente inflamatorio
- La glucosa, la insulina y el exceso de IGF-1 (factor de crecimiento similar a la insulina)
- Exceso de radicales libres. Estrés oxidativo
- Angiogénesis
- Obesidad
Esto es justo lo que hay que evitar y por ello necesitamos que el sistema inmune esté activo para prevenir y ayudar en el tratamiento de la enfermedad. La comida basura, la carne roja en exceso, los embutidos y lácteos, alimentos azucarados y los industrializados inhiben al sistema inmune, por lo que no son nada recomendables, sin embargo, podemos elegir alimentos que activen el sistema inmune como semillas de lino, setas, vegetales de hoja verde, algas, leche materna o pescado azul.

También es importante que eliminemos los alimentos inflamatorios y potenciemos la presencia de alimentos antiinflamatorios: jengibre, cúrcuma, canela, frutos secos, ajo, cebolla, brócoli, col, etc.
Otro aspecto a tener en cuenta es consumir alimentos de baja carga glucémica, como son: legumbres, vegetales, hortalizas, entre otros. Y por último pero no menos importante, hay que potenciar el consumo de antioxidantes como son el té verde, vegetales de hoja verde, cacao, algas, legumbres, aceite de oliva, etcétera.